El pájaro ¿es pino?

Article publicat el  02/03/2011-LA VANGUARDIA –

Quim Monzó.


Me impresionó el padre Manel, una de las personas más noblemente humildes que he conocido.



Estos días, en algunos diarios digitales hay anuncios del libro Pare Manel: més a prop de la terra que del cel, que, si no ha llegado ya a las librerías, está a punto de hacerlo. El autor es el periodista Francesc Buxeda y lo publica Angle Editorial. Se trata de la visión que el padre Manel tiene del mundo, de la vida, del amor, de la miseria y de la Iglesia católica, que es la suya. Sacerdote desde 1975, el padre Manel ha llevado una vida dedicada por entero a bregar por los marginados: en el Verdum, en Roquetes, en la Trinitat… Sólo he hablado una vez con él pero me impresionó estar frente a una las personas más noblemente humildes que he conocido. En los anuncios del libro se ve el alzacuello de un traje clergyman. En letras blancas sobre fondo negro se lee: “¿La Iglesia debería ser más democrática?”. Bajo esa pregunta, dos casillas de respuesta –una para el sí y otra para el no– y la frase “La realidad no es en blanco o negro”. Hay otra versión del anuncio, con el mismo alzacuello y el mismo fondo negro, pero esta vez con la pregunta: “¿Tiene derecho un cura a tener pareja?”. Debajo, las dos casillas y la frase antes referida: “La realidad no es en blanco o negro”.

Y ahí he pensado que el anuncio chirría. ¿Cómo se les ocurre preguntar si los curas tienen derecho a tener pareja si ya hay algunos que la tienen? Sin ir más lejos, la semana pasada Reuters distribuyó la noticia de que un sacerdote católico alemán vive con su señora esposa y es padre de dos niños. Y sin ningún problema, porque el mismísimo Benedicto XVI lo ha eximido del celibato. El sacerdote se llama Harm Klüting y puede continuar acostándose con su señora y a la vez ser cura. ¿Cómo es eso posible? Pues porque hay una norma poco conocida que permite que los curas puedan seguir casados si vienen de otra confesión, una de esas que sí permiten que sus sacerdotes se casen. Según el portavoz de la diócesis de Colonia –a la que pertenece el padre Klüting– no es un hecho muy habitual en la Europa central o del sur, pero sí en la escandinava. Aun así, el año pasado –también en Alemania– la Iglesia católica ordenó sacerdote a otro hombre casado; este, con cuatro hijos. Como se ve, en contra de la creencia generalizada, la Iglesia católica sí permite que haya curas con vínculo matrimonial. El truco consistiría en hacerse primero anglicano o protestante, por ejemplo. Entonces se casa uno, se hace sacerdote, tiene hijos (o no), y a continuación se pasa a la Iglesia católica. Con esa estratagema se puede ser cura sin tener que apechugar con el celibato. La pregunta es: ¿no sería más fácil que los que quisieran serlo y a la vez tener esposa no tuviesen que dar todo ese rodeo? Y ¿por qué los que vienen de otras confesiones tienen ese privilegio y no lo tienen los que son católicos ya de entrada? No me contesten ahora. Contéstenme después de comprar y leer el libro del padre Manel.